miércoles, 13 de agosto de 2008
Ante Un Pequeño Dios
Su nombre no era para retomarlo y llevárselo de escapulario,
tampoco para hacer alardes de su memoria y a la sangre
menos para quedárselo en la bóveda de los innombrables.
Su nombre por sí sólo es eso; pero apilado en la ceniza que
nos abofetea sin manos, es todo un ejemplo
que si no enfilamos no nos alcanza todo el agua de la lluvia
para quitarnos el olor a cobardía.
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