o que el mar explote
agitando las barcas de los pescadores
Ayer tiene la culpa
que las venas se atoren en el alma,
sin saber que es más pecado que el ayer.
Los ojitos a la altura son cocidos remolinos
que no saben nuestra vida,
mas si la sospechan sabrán que el ayer es el culpable,
culpable de la lluvia,
de la pluma, de este ardor en el pecho,
aquel sol, aquella luna,
Ayer es el culpable que se desmoronen hoy mis huesos
y que la sangre se coagule en el hombro de la tarde
sin ser en verdad el culpable
de esta herida miserable que sangra.
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