el año en que la gente ya no podía verte
el acto de magia universal estaba consumado
lo sabías
allá te vimos
en los semáforos de la San Antonio Abad
y la Centroamérica
atravesado por el humo de los buses
carros bestias insensibles
víboras que morían en la fe de tus bastones
de mago músico
doble eme de tu escudo
barcos
con sed azul
en el año 86 los jóvenes estábamos locos
te seguíamos como al músico de Saint-Merry
desde la parada de la ruta 26 a los altos edificios
apedreados por los Bancos
íbamos detrás de tu amuleto
viendo cómo despertabas las hojas secas
los árboles de pino
las semillas
las flores de chula
los grillos
los zanates
las lagartijas verde claro y cafecitas
nada pudieron en tu contra
y de los chicos salvajes
los radares de tenis masoquistas
el hijo del sol con su peinado de principe
los detectives apostados en el parque del pañuelo
aunque murieron ciertos cantos
ciertos trinos
eran tiempos en que los trenes
chillaban sus paradas con rabia de versos
hasta que aparecía el cuervo
con el fondo de Mendelssohn
entrando y saliendo
apareciendo y des-apareciendo
sonrisas en la dama triste
conversaban largamente ensimismados
el cadejo blanco y la pájara
Dicen en el año 2009 que estás muerto
y apenas hace tres noches viniste a acompañarme
siempre en el rito de las casas desordenadas
compartíamos un plato de comida y un fresco
mientras los otros hacían negocios
en nombre de su propio exterminio
los alquileres están dispuestos
me decías
la muerte es un administrador ordenado
procura vivir sin higiene de horarios
Llevaba un tiempo cansado
de toser y barajar las cartas
de ver pasar camellos y fracturas
de cargar la ternura en las ventanas
de ponerse bello
y rasurarse
Era hermoso
lo sabía
si tan sólo el mundo
pudiera ver cómo volabas
se acabarían las guerras
los tuertos
las maniobras del adulador
los gusanos miedos
la gula sin conocimiento
entonces
la avaricia sería una más en el mostrador
de aldabas
la gente se iría por ahí buscando secretos
que al hablarlos surcen mariposas
es imposible imponer la alarma
despertar tantos corazones
asustados en la hora
y en la hora abrirse vientre
dejar caer sobre tu camino rosas de sangre
preguntar al ojo de Dios
soltar los pañuelos reunidos
saber dónde duermen las canciones
será un dia
de una sombra cualquiera
en que los trotamundos
hagamos silencio.
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