Turno del Ofendido: Nuestro Central Park

Por José Mario Olmedo Baratta.

Recién acabo de regresar de un concierto de jazz blues del trío Francés de Jean-Jacques Milteau patrocinado por la Alianza Francesa y el centro Cultural de España, el escenario, nuestro central Park, el parque Cuscatlán, que noche más maravillosa esta que acabo de pasar gracias a la insistencia de Lorena mi mujer, que un poco a la fuerza me llevó allí, me parquié casi a la par del escenario y como no vendían nada me atravesé la 25 y fui a la gasolinera de enfrente a comprarme un par de cervezas para entonarme un poquito, era de "choto" y en un marco espectacular del verde de frondosos àrboles y del amarillo de las luces que hoy iluminan dicho parque. ¡¡Qué música!! Parece mentira que una pequeñita armónica te sacuda las fibras del alma de esa forma. Lástima que éramos pocos los espectadores no llegabámos ni a doscientos, la mitad españoles y franceses, salvadoreños unos cuantos, de esos extraños apasionados por las artes,... demasiado pocos.

Antes del concierto principal, siempre de metido, me fui a dar una vuelta para ver el muro que contiene los nombres de las víctimas de la maldita guerra que vivimos, impresionante, cerca de 300 metros llenos de nombres y de lugares en que se realizaron masacres, la historia no se puede borrar, que bueno ese "volado", que les sirva a las nuevas generaciones para que no vuelva a pasar, más ahora en el marco actual de las elecciones que parece que ya se van a volver a tirar los "plomos".

Otra grata sorpresa que me dió el Parque fue el pequeño monumento en honor al gran Pablito Neruda, premio Nóbel de 1972 en Literatura y la Sala de Exposiciones Salarrué que se encuentra restaurada y bien bonita.

Tengo varias moralejas que contar a raíz de esta noche, la primera es que detrás de una acción del hombre siempre está una mujer, imagínense si la Eva no le da el fruto de la ciencia al tal Adán, nos hubiera privado de los placeres mundanos inherentes a la humanidad, bravo por mi mujer que siempre me convence.La otra moraleja es que la luz desplaza a la obscuridad, antes el Cuscatlán era una especie de Motel gratis adonde parejas con agallas hacían el viejo cuadro de "gente sobre gente haciendo gente" enmedio de una oscurana como de noche de lluvia sin luna, ahora era una faro de cultura y bienestar, ¡Que milagro el que ocasiona un poquito de luz!, de entendimiento, de gusto por la vida.

Otra moraleja sería que ya es hora que los salvadoreños cambiemos esa actitud de desdén hacia lo nuestro, no es broma, hoy me sentí transportado a un primer mundo de película, el marco era espectacular, la música exquisita el "friyito", armonioso con el entorno del ambiente, que paisito más bonito y como lo despreciamos.

Otra moraleja es que a esta edad del Quijote, la del señorío, la de la presbicia como bien me intruyó un amigo, son los cincuenta, como que nos volvemos un poquito más sensibles, sentimos que ya vivimos lo más y que nos va quedando lo menos lo que nos hace golosos de disfrutar cualquier cosa que nos haga sentir vivos. Les dejo para otro día la "putiada" que debo de escribir en honor a los "Micobuseros" de mierda que transitan como bestias enrgúmedas. Ya no los aburro más.